Deseo y necesidad

En El nuevo mundo después de Snowden, su autor, Evgeny Morozov, dice: “Armados con tantos datos, los sistemas políticos parecen creer que pueden prescindir del ciudadano”. Puede invertirse la frase: “Armados con tantos datos, los ciudadanos parecen creer que pueden prescindir de los sistemas políticos”.

Esta idea-espejo de la de Morozov invita preguntarse por las nuevas formas de hacer política surgidas a partir de un tipo concreto de activismo: el de los movimientos sociales que están proporcionando a la ciudadanía cantidades ingentes de información pública.

En Monitorización parlamentaria: nueva vía de rendición de cuentas social se habla de estos movimientos y, en concreto, de las Organizaciones de Monitorización Parlamentaria (PMO, por sus siglas en inglés) que, “entroncando con la filosofía de gobierno abierto, promueven el libre acceso a datos públicos”. Como PMO españolas se citan cinco valiosos ejemplos de iniciativas felizmente consolidadas: Civio, Parlamento 2.0, Qué hacen los diputados, Proyecto Avizor y Proyecto Colibrí.

La creciente desconfianza que produce la manera tradicional de hacer política está provocando, sin duda, una reacción positiva: el interés, asimismo creciente, de los ciudadanos por la política. La pregunta que me hago es ¿en qué medida este progresivo deseo por crear nuevas formas y plataformas de acción política está motivado por la necesidad?

Yo creo que un 25% de paro y un incierto modelo de futuro, aún más sombrío que luminoso, son circunstancias que vienen a sumarse a la vocación social de muchos ciudadanos. Así, al activismo político como forma de rebelión contra los desmanes de las clases dirigentes se le añade este segundo componente: La necesidad de encontrar, como sea, una ocupación que, remunerada o no, evite a los jóvenes, y a los no tan jóvenes, enfrentarse a la peor de las condenas, es decir, a una vida ociosa, vacía de contenido.

La pregunta no parece tener fácil respuesta por ahora. Sofía de Roa, periodista e investigadora de la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas, me decía recientemente: “Nadie sabe qué parte de la ciudadanía activada volvería al ‘pasotismo’ en el caso de que todo el panorama se volviese positivo de repente”. Imaginando este hipotético escenario, resulta inevitable hacerse una segunda pregunta: Vueltas las aguas a su cauce, y cubiertos de nuevo tanto fraude, descaro, corrupción y malfuncionamiento, ¿retornará la política de siempre o, por el contrario, los movimientos nacidos del deseo y la necesidad demostraremos que hemos venido para quedarnos? Por favor, danos tu opinión. Muchas gracias.

Cordiales saludos,

Felipe Gómez-Pallete Rivas
Presidente de la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas

 Felipe Gómez-Pallete Rivas en Linkedin

Foto: Eric Fischer/Flickr

¿Te gusta este post? Compártelo

13 Responses

  1. Javier Mar 18, 2014 —

    Creo que hay momentos críticos en cualquier actividad profesional o en la vida en general , que una vez que suceden, algo cambia para siempre, no volvemos a ser los mismos.
    En mi opinion ,este cambio que implica el proyecto ACCD tiene esas características y desde luego si se desarrolla en la forma planteada, se quedara de forma natural entre nosotros formando parte de la nueva cultura.

    • Felipe Mar 18, 2014 —

      Hola Javier, tu comentario sobre la irreversibilidad de algunos cambios nos anima y reta a seguir en la brecha. ¡Gracias! Un abrazo, Felipe.

  2. Luis del Hoyo Mar 18, 2014 —

    Carmen creo que apunta en la clave donde, a mi parecer, se puede encontrar una respuesta válida a esta pregunta de si podría perpetuarse o no toda esta energía (positiva): educación. Para haberse subido a uno de estos vagones cargados de buenas iniciativas hace falta haber empleado la vida en una formación emocional(mente costosa). Es un camino que, en el mejor de los casos, alguien te indica, te insinúa, y por el que acabas transitando no sin esfuerzo y con gran dosis de valentía. Es alta la probabilidad de que se den los dos factores -la presencia del que por fin entendió y contar con la capacidad de escucharlo y hacerlo tuyo- si al menos se te ha ofrecido esa posibilidad, si te han educado con esa ventana abierta.

    Confiar en la educación familiar tiene un efecto similar, en muchos casos, al de ofrecerle un kalashnikov a un mono. Una sociedad sana y resuelta pondría las armas emocionales necesarias a sus jóvenes a través de una formación basada en valores comunes, no únicamente productivos. Si nuestra educación (formal) se confabula con el adormecimiento que se impone en épocas de aparente bonanza, se nos seda con los hedores de la riqueza monetaria, y no fomenta la formación de sujetos críticos y emocionalmente resueltos, esta linda aventura, aquella en la que estamos embarcados, seguirá nuestro rastro, porque somos mayores para cambiar, pero mucho me temo que, en igualdad de condiciones (las que muchos creyeron disfrutar), los que sabemos por dónde marcha el camino menos sucio, volveríamos a ser una minoría acallada, molesta y, por desgracia, poco turbadora. ¿O es que alguien cree que la ausencia de adoquines lanzados al aire por las calles es parte de nuestra estupenda educación cívica? ¿Será que no embarcarse en una acción como las que se nombran en el artículo es fruto de una falsa esperanza, o sea, aquella que dicta la posibilidad de volver a vivir como lo hacíamos hace 10 años? Si se diera esa circunstancia (ese fatal retroceso), y visto que la educación de nuestros hijos en las escuelas sigue siendo la misma que hace décadas, me atrevería a decir que los que hemos llegado a comprender algo de este tinglado nos llevaríamos la mejor parte, pero que nuestro entorno volvería a meterse en ese nido de paja del que tanto disfrutaba mientras no se cuestionara nada.
    Fue José Mújica, el presidente uruguayo, el que dijo aquello de que iban a «invertir primero en educación, segundo en educación y tercero en educación, ya que un pueblo educado tiene las mejores opciones en la vida y es muy difícil que lo engañen los corruptos y los mentirosos.» Claro que a este hombre lo toman por un pequeño loco. Y así estamos. Ahí vamos.

  3. Felipe Mar 18, 2014 —

    Muchas gracias a ti, Carmen, por tu oportuno y bello comentario. Sí, la evolución de nuestra escala de valores hacia la cooperación como contrapunto del conflicto en todos los planos, tanto económico como social y cultural, dibuja un futuro esperanzador. Y como también añade más abajo Luis, la educación es el crisol adecuado para ello. Sobre todo, cuando los procesos de educar y educarse dejan de entenderse como propios de una etapa y un lugar (infancia, familia, escuela) y los practicamos desde la cuna a la tumba. Un cordial saludo, Felipe.

  4. Felipe Mar 19, 2014 —

    Muchas gracias, Ernesto, por tus reflexiones sobre la actualidad y el papel que podemos desempeñar; por los ánimos que nos das para ello y por difundir entre tus redes el mensaje de esta Asociación. Gracias por todo ello. ¡Adelante! Un abrazo, Felipe.

  5. Antonio Checa Pérez Mar 19, 2014 —

    -Los partidos políticos son indispensables e insustituibles en una democracia, que pasa por el «juego» (diálogo, respeto y consensos) de mayorías y minorías, como se hizo en la ejemplar y modélica Transición.
    -Los sistemas asamblearios no representan nada, si bien la Sociedad civil debe organizarse como control social de los partidos, de los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) que emanan de la Constitución al igual que las Instituciones (Organizaciones sociales -Sindicatos, Empresarios,…-,…).
    -El actual descrédito de partidos, sindicatos,…y en general todo el sistema institucional, es alarmante y, a mi juicio, se está moderando obligadamente pero aún está en fase creciente entre otras razones por la «costumbre» de que si no estás imputado «no eres nada», el macro Estado con seis Administraciones plenas de canongías y sinecuras,…y el gravísimo problema de la «muerte» de Montesquieu y la dependencia político-judicial.
    -Las 6 Administraciones que mantenemos son: la Unión Europea (UE, necesaria pero excesiva),la Estatal (Central, necesaria revisable), la Autonómica (CCAA, 17 taifas, inviables económica y políticamente, se embridan o eliminan), la Provincial (salvo en las Comunidades uniprovinciales que no hay a propuesta de Asturias en su dia, hay otras 44 innecesarias con cometidos que han de pasar a las CCAA), la Local (unos 8200 Ayuntamientos que deben quedar en menos de 500, aprovechando las economías de escala), y otras menores (Mancomunidades, Consorcios,…),, por no hablar de miles de Empresas públicas deficitarias, sin sentido o creadas «ad hoc» para pago de compromisos.
    -Con este muy sintetizado panorama, existe el descrédito unido a la confusión, a la falta de esperanza, a la indignación, a la inexistencia de horizontes, a la forzada emigración…y aparecen nuevas formaciones políticas, unas válidas y serias, otras peligrosas, extremistas,»cantos de sirena», que pretenden sustituir a los partidos tradicionales al menos en parte.
    -No creo que el bipartidismo sea el mal del sistema (lo hay en EEUU con dos, Gran Bretaña y Alemania con tres partidos,…), sino la necesidad imperiosa de su regeneración interna de funcionamiento y externa para modificar el sistema electoral,y otras leyes.
    -Me parece mucho más grave la atomización del Parlamento que camina hacia un nuevo, que no moderno, Frente Popular con una izquierda estalinista, otra estatalista en economía (pero no defensora de la unidad de España), y unos nacionalismos ya independentistas del «que hay de lo mío»
    -Ese es, a mi juicio y a grandes rasgos, el panorama desolador hacia el que camina la Nación más antigua de España, y una derecha con un gobierno de mayoría absoluta que parece que «ni está, ni se le espera»
    -Y aplaudo iniciativas de pensamiento como ésta de mi buen amigo y compañero Felipe Gómez-Pallete, y las leo con interés y atención.
    -Pero además, ¿que hacer, qué soluciones?,…veremos.

    • Felipe Mar 19, 2014 —

      Hola Antonio, saber que no sigues me produce gran satisfacción, no sólo por la vieja amistad que nos une; también porque tus opiniones tienen como base tu conocida y extensa experiencia en estas cuestiones. Gracias!

      Respecto al guante que nos lanzas («Pero además, ¿que hacer, qué soluciones?,…veremos») te cuento. Con lo publicado hasta ahora por la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas pretendemos ir ‘creando comunidad’ para cuando lancemos nuestra primera la iniciativa práctica: Introducir la práctica de la mejora continua en los procesos internos de las organizaciones políticas. Para ello se requiere, además de voluntad, método; nosotros lo tenemos. Y lo ponemos a disposición de los partidos que quieran recuperar la credibilidad de la ciudadanía y, con ella, el favor de sus votos. Continuará.

  6. Vicky Bolaños Mar 21, 2014 —

    Buenas tardes, cojo el guante de opinar de la pregunta que cierra el post: ¿Retornará la política de siempre o, por el contrario, los movimientos nacidos del deseo y la necesidad demostraremos que hemos venido para quedarnos?

    Contesto a título personal pero dejando constancia de que soy miembro de uno de esos proyectos pro transparencia de la sociedad civil relativamente nuevos que buscan abrir vías para que la ciudadanía forme parte de los procesos de toma de decisiones (quehacenlosdiputados.net)

    Creo que la política de siempre no se ha movido un ápice y no solo no tiene que retornar, sino que va a costar bastante cambiarla. Son continuos los ejemplos de oportunidades perdidas por los poderes públicos para encontrar un punto de encuentro con la ciudadanía.

    Se me ocurre la ILP de la dación en pago (el PP presentó su propuesta y no la basó en la ILP, mientras que la ILP de los toros sí ha servido de base para una posterior regulación); al menos en las leyes que sigo se ve la influencia de ciertos lobbies y grupos de presión que no son, desde luego, colectivos de la sociedad civil; la ley de transparencia no refleja muchísimas de las miles de aportaciones de la ciudadanía (de hecho no pueden ni consultarse); la Comisión de peticiones del Congreso solo ofrece estadísticas, no hay forma de saber qué solicitan los ciudadanos y es la comisión con menos miembros del Parlamento.

    Estos son solo algunos ejemplos, también se podría hablar del sistema electoral, de las mayorías absolutas, de la transición caducada, etc., pero prefiero dedicar más espacio a las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales que luchan por abrir y cambiar esos procesos desde la periferia. Es cierto que el nacimiento de muchas organizaciones y colectivos se ha producido desde el 15 de mayo de 2011.

    Sin embargo, sus miembros tienen un interés por la política, conocimientos y ganas de aportar que viene de mucho más atrás que el 15M. Muchos estaban en otros proyectos previamente.

    Las estadísticas del CIS de los últimos años hablan de porcentajes de entre el 1% y el 5% de población que pertenece a una asociación o a un partido político. Es bajo, pero es una parte de la población lo suficientemente motivada como para analizar, crear nuevos procesos, intentar influir.

    Es decir, si estos proyectos actuales no continúan surgirán otros y esas personas seguirán implicadas de una manera u otra. Sin embargo, al menos en el campo de la transparencia y la apertura de datos, la tendencia está siendo constituirse con una forma jurídica, crear herramientas costosas y bien trabajadas. Los pilares están preparados para durar a medio plazo y luego vendrán más, estoy convencida.

    Está claro que no se perciben resultados inmediatos. No se cuenta con recursos ni personal y eso obliga a funcionar más lentamente. Pero no lo veo como un obstáculo, es una característica inherente con la que tenemos que lidiar y el cambio también traerá que estos colectivos de la sociedad civil seamos un actor más, ya se verá bajo qué tipología y con qué recursos.

    Un saludo y gracias por invitar al debate y a la reflexión (hoy he tenido tiempo para reflexionar un ratito)

  7. felipe Mar 22, 2014 —

    Muchas gracias a ti, Vicky, por participar. Y no sólo por participar en este debate; también por dar ejemplo con tu quehacenlosdiputados.net, uno de los cinco ejemplos de inciativas felizmente consolidadas, como decimos en el texto. Tu presencia en este sector (reflexión + acción) es un ejemplo en el que nos miramos. Por otra parte, comparto sin reservas el fundado optimismo de tu comentario. Gracias por estar ahi. Un cordial saludo, Felipe.

  8. Víctor Sampedro Mar 27, 2014 —

    Felipe pone el dedo en la llaga y formula una pregunta clave, con una respuesta implícita en su texto. O al menos así lo entiendo yo.

    ¿Todo quedará en nada si hay recuperación económica? Es como si tras la buburja inmobiliaria y financiera (y tras su estallido) ahora hubiera una buburja de activismo e intervención ciudadana. No lo creo. Aunque en ciencias sociales no sabemos conceptualzar ni medir eventos como el pasado 22M.

    Antes suponíamos que contando manifestantes, noticias de prensa e iniciativas políticas teníamos una imagen bastante completa de una movilización social. Nada de ello es aplicable al 22M. Andamos perdidos porque tanto el tipo de movilización como sus formas de impacto son demasiado novedosas, no encajan con esquemas del pasado, porque precisamente los ponen en cuestión.

    El cambio de subjetividades (en educación, valores, estilos de vida…) como indican algunas intervenciones precedentes es innegable. Está en marcha y de una forma irreversible. En parte, porque la crisis y sus efectos también lo son. Pero sólo en parte. Hay también transformaciones comunicativas y políticas derivadas de la innovación tecnológica y del cambio de estructuras sociales (p.e. el nuevo mercado de trabajo, recorte del estado de bienestar…) que han venido para quedarse.

    Los resultados no son aún visibles, porque estamos en pleno momento de cambio y nuestros anteojos aún son antiguos. Pero el proceso de cambio está muy abierto. Desde la ACCD intentaremos que sea para mejor. Porque también es cierto que las tendencias son ambivalentes y todo esto podría resultar en una sacudida antipolítica y contraria al bien común, disfrazada incluso de términos que van camino de convertirse en fetiche: transparencia, desmediación, etc..

    No sé si he aportado algo más que nuevas preguntas. Es, de todos modos, un placer inaugurar el día compartiendo reflexiones por aquí, con vosotros.

    • Felipe Mar 27, 2014 —

      Lo entiendes bien, Víctor: yo también creo que hemos venido para quedarnos. Soy de la opinión, como tú, como Vicky Bolaños, como cada vez más ciudadanos, de que no podrá hablarse de una «burbuja de activismos e intervención ciudadana», una vez logremos superar (¿cuándo?) la crisis social que originó la burbuja financiera de 2008.

      Y puede que tener la valentía de hacerse la pregunta (¿Todo quedará en nada si hay recuperación económica?) sea una forma de evitar que todo quede en un sueño o en un caso más del peor optimismo panglossiano. Los nuevos actores políticos que están surgiendo están llamados a regenerar la acción política actual, con la que unos y otros (entre la acción de los líderes y la pasividad de la ciudadanía) hemos cometidos tantos desafueros. El placer es mío por acabar el día debatiendo contigo.

  9. Sofía Mar 28, 2014 —

    Hola a todas…
    Me sumo a lo que apuntáis en vuestras aportaciones. Las soluciones tendremos que construirlas porque cuando vemos que nuestros derechos y libertades básicas están en peligro y que la que la política institucional no aporta soluciones, una ciudadanía activa, responsable y comprometida podría ser la esperanza para el cambio social y político. La situación es dramática y muy convulsa, pero el trabajo de muchas plataformas ciudadanas como Qué hacen los Diputados, las que se apuntan en este post y en anteriores, la propia ACCD y otras muchas iniciativas surgidas desde abajo, apuntan a que estamos ante el inicio de un cambio de institucionalidad por desarrollar. La situación es dramática y muy convulsa, pero tampoco podemos decir que no está pasando, pues vemos que cada día más gente se muestra decidida a participar en la cosa pública. También vemos que en muchos casos ese cambio de actitud, del pasotismo a la participación, se produce cuando las consecuencias de las decisiones políticas afectan directamente a nuestro día a día y se actúa cuando las sentimos en nuestro barrio, en nuestra familia, en nuestra casa, en nuestro bolsillo, en nuestro pellejo… y es entonces cuando nos ponemos en marcha. Quizás es natural que en muchos casos así suceda, cuando durante décadas, por no decir siglos, se han tenido pocos incentivos para iniciar esa participación. Queda la duda de si este momento de “despertar” será momentáneo y si, entonces, veremos cómo parte de esa ciudadanía que hoy sentimos que está dispuesta a cambiar las cosas, vuelve a su cómoda vida, se vuelve ajena a los asuntos públicos y rompe los lazos de solidaridad que genera la participación social, si las situaciones particulares mejoran. No sé si me voy a explicar bien, pero creo que si alguien toma consciencia de que es necesario vigilar el bien común y controlar la administración pública y luego “pasa” , sucedería que ese alguien en concreto ha decidido vivir engañándose a sí mismo. Quizás la mayor dificultad es que no existen aún muchos mecanismos para formalizar esa participación, control y monitorización de lo público. El cambio es costoso y va despacio, aún estamos en el proceso de abastecimiento y de creación de las herramientas que necesitamos para poder participar, aportar y satisfacer esa necesidad de transformar la realidad. Y por el panorama que se ve en esta página, diría que será muy gratificante ver que dan de sí estas conversaciones a lo largo del tiempo. No quiero dejar de participar en el debate.

    • Felipe Mar 28, 2014 —

      ¡Adelante, Sofía! Tu energía es contagiosa y tu optimsimo, fundado; cada día más fundado. ¡Adelante!

UA-39276970-1