¿Por qué participar?

«La participación ciudadana es el corazón de la democracia». En el 95 Verba, Sholzman y Brady resumían así lo que conlleva la presencia de los ciudadanos en política. Su idea sobre lo que es implicarse en los asuntos públicos es una de las muchas que reclaman el poder que debe tener la sociedad en el entramado político. Todas ellas, y yo me uno, quieren transmitir la importancia de que colaboremos, ya que el único tipo de democracia que puede existir es el que nace continuamente del pueblo.

Los ciudadanos solemos sentir desafección por la política, pero esto sucede porque relacionamos la política solo con ellos, con aquellos que votamos una vez cada cuatro años y que son los encargados de dirigir y decidir sobre todos los asuntos que nos conciernen directamente. Sin embargo, aunque digamos frases como que no nos interesa la política o que la política solo está en manos de unos pocos, ésta concierne todos los ámbitos de nuestra vida: afecta a nuestras viviendas, a nuestra educación, a nuestra salud, etcétera. Incluso en nuestra vida privada estamos continuamente tomando decisiones políticas. Por poner un ejemplo, la decisión sobre dónde ir de vacaciones con la familia se puede tomar de forma democrática, por todos los miembros de la casa, o no.

Al margen de este último ejemplo, la participación ciudadana en los asuntos públicos es vital para que la democracia se sostenga. Por ello, el Sistema de Indicadores de Calidad (SIC), que la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas está poniendo en marcha, necesita de nuestra participación e implicación para intentar mejorar una práctica política en la que no confiamos. Con el poder de la gente y de Internet, el trabajo de los gobiernos puede ser mucho mejor.

Existen ya proyectos en otros lugares del mundo que, mediante la implicación ciudadana, están mejorando la gestión política. Code for America, en Estados Unidos, es un ejemplo de ello. Sin vinculación política, conecta a los ciudadanos con las autoridades para solventar problemas locales. Así, cuenta con proyectos de colaboración comunitaria en los que tiene a su disposición «brigadas» de ciudadanos para realizar, entre otros aspectos, innovación en las ciudades, como sirenas de avisos de tsunamis.

Por otra parte, My Society, en Reino Unido, dispone de una plataforma, que se denomina PledgeBank, que ayuda a poner en acción alguna iniciativa, encontrar financiadores y realizar el cometido. Pero con un requisito, y es que la gente solo realiza las acciones si otros les ayudan. Ya ha sido empleado en numerosas causas diferentes, como donar sangre o aportar dinero para campañas presidenciales. Otro de los proyectos de esta iniciativa londinense, FixMyStreet, se utiliza para que los ciudadanos informen a sus representantes políticos sobre determinados problemas en el espacio público, como calles sucias o farolas rotas. Y en Chile, Ciudadano Inteligente, con su proyecto Vota Inteligente, ofrece un mapa en el que los ciudadanos suben fotografías en las que se visibiliza la propaganda electoral ilegal.

Con estos ejemplos, quiero mostrar lo que se puede llegar a conseguir entre todos porque el problema de la política solo tiene soluciones de acción colectiva. Una acción cuya meta sea el bien público, y para conseguir este bien común, como Pau Contreras explica en su libro Me llamo Kohfam, un grupo tiene que estar dispuesto a trabajar de forma colaborativa y abierta. Y qué mejor entorno para trabajar que la comunidad virtual, donde se puede crear y compartir conocimiento.

Ester Crespo
Periodista e investigadora de la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas

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