El argumento de este post es muy poco original. Nada que nuestros seguidores ignoren. Lo que contiene esta breve narración es un grito: ¡Basta ya! Si, ya está bien de despotricar contra la clase política, da igual roja que azul. Porque idiotas los hay de todos los colores. Mi grito suena de este modo, tan desenfadado como enfadado me siento. Aquí van 350 palabras mal contadas:
Yo no estuve allí, por eso hablo de oídas. Dicen que hace unos dos mil años, cuando Atenas era una ciudad-estado, se llamaba idiota al ciudadano que velaba por lo suyo y se desentendía de los asuntos de la comunidad. Y también dicen que quienes, además de cuidar de sus bienes, se interesaban por la cosa pública eran conocidos como políticos.
Vamos, que, en la Grecia clásica, el ciudadano libre y con derecho a voto era o bien un ἰδιώτης o bien un πολιτική. No todos, ciertamente, pues esclavos y mujeres no podían votar, aseguran los estudiosos. Pero, como te digo, hablo de oídas pues, aunque hubiera vivido en la cuna de la democracia, no me habría enterado de nada, ya que no me manejo en griego antiguo.
Pasado el tiempo, es decir, ahora mismo sin ir más lejos, nos hemos inventado un deporte que espero no acabe siendo olímpico, y nunca más oportunamente dicho. A este deporte tan nuestro se le suele llamar así: Leña al político que es de goma. Es un deporte tan popular como lo son el fútbol y el baloncesto, bien que no necesita balón alguno; solo vocación. Para jugarlo, basta con ser populista.
Repartimos leña como si los políticos vinieran de Marte; como si no salieran de donde han salido siempre: de entre nosotros, que somos quienes los elegimos. Por esta razón, sin duda de ningún género, un marciano que estuviera de visita por la Tierra no comprendería este deporte tan extendido y popular: “¡Qué raros son estos terrícolas: se autolesionan a leñazos!”.
No le demos más vueltas: hay políticos buenos y políticos malos, como en todo gremio o profesión. Nos ha jodido mayo con las flores, que dicen los castizos. Y es que este juego solo cabe ser entendido en clave de humor, como un entretenimiento, un tema inagotable de chistes conocidos. Porque solo los idiotas de nacimiento pueden practicarlo como un ejercicio de crítica política. Bueno, no solo estos, también quienes necesitan inventarse un culpable para, de este modo, sentirse víctimas y a salvo de ser preguntados por su contribución a la sociedad.
Un saludo muy cordial.
Felipe Gómez-Pallete felipe.gpalleterivas@ccdemocraticas.net
Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas.