Toma la iniciativa

Máscaras. Esta es la imagen que ha elegido mi mente para representar palabras como transparencia, crisis, economía o política. Cada uno de estos términos baila con su cara cubierta. Como si tuviera intención o necesidad de disimular su verdadera personalidad. Así visualizo la época que vivimos: es el momento de esconder la esencia de las cosas. Es una forma, quizá, de restar virulencia a los asuntos que nos incomodan.

La enfermedad se disfraza de termómetro. Y así, hablamos de crisis “económica”. Como si la temperatura de nuestro cuerpo fuera el mal que nos aqueja. ¿Qué opinaríamos del doctor si su diagnóstico y tratamiento fueran “Padece usted de fiebre; tome paracetamol”. Es el discurso de los economistas técnicos, los que reducen su ciencia a la mera “interpretación de la realidad social en términos monetarios”, como denunció mi amigo José Luis Sampedro en un ensayo magistral hace treinta años.

La transparencia se disfraza de economía. Y así, el fin de la opacidad en la vida pública se circunscribe a cuestiones económicas, como manifestaron los participantes en un reciente encuentro sobre partidos políticos y esfera pública digital, organizado por el Máster en Comunicación, Cultura y Ciudadanía Digitales y la Facultad de Políticas y Sociología de la UCM. Transparencia es una cualidad que se requiere de toda organización, pero ha de reclamarse en todos los ámbitos de su actividad, no sólo en el económico.

Prima hermana de lo anterior es esta otra máscara: Lo almacenado se disfraza de lo que entra; el stock se disfraza de flujo. Y así, por cada vez que se exhibe o se exige una nómina, mil veces se ocultan o se ignoran patrimonios. Es como si intentáramos tapar la dimensión de lo acumulado con la pirotecnia de lo ingresado en un período.

El cómo se disfraza del qué. Y así, se ha puesto de moda que los partidos políticos ofrezcan disculpas por las cosas que han hecho mal, evitando de este modo hablar de lo mal que hacen las cosas. Con el señuelo del producto defectuoso, pretenden tapar la imperfección de sus procesos.

En este baile de máscaras no sólo participan palabras, prácticas y conceptos; también lo hacemos los ciudadanos cuando “uno” mismo se disfraza de “el otro”, para así aparentar que el origen de nuestros males no está en nosotros. Como si políticos y banqueros, llegados de Marte, aparecieran entre nosotros de forma inopinada, como por ensalmo.

Por supuesto que hay crisis económica, pero como resultado de una crisis de valores. Por descontado que hay opacidad en las cuentas, pero también en cómo se cuentan las cosas. Claro que hay retribuciones disparatadas; ¿y patrimonios? No es menos cierto que se han cometido muchos errores; y los que continuaremos cometiendo mientras no cambiemos los procedimientos. Por supuesto, en fin, que la ciudadanía es víctima de responsables políticos y económicos incompetentes o corruptos; pero los ciudadanos también somos copartícipes, en mayor o menor medida, de los males que nos aquejan. ¡Abajo las máscaras!

“Calidad y Cultura Democráticas. Toma la iniciativa” es una declaración de intenciones y es, también, nuestra invitación a que participes y converses, a que contribuyas y compartamos el propósito de crear una sociedad más equitativa. Ayudémonos a iluminar lo que nos ocurre, a llamar a las cosas por su nombre, a que los medios sean medios y los fines sean fines dignos de nuestra condición de seres humanos. Una meta tan ambiciosa como concreta. Algo por lo que merece la pena organizarse y trabajar. Que es lo que estamos haciendo pidiendo tu colaboración y ayuda al lanzar esta iniciativa tras año y medio de preparación.

Muchas gracias y cordiales saludos,

Felipe Gómez-Pallete Rivas
Presidente de la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas

 Felipe Gómez-Pallete Rivas en Linkedin

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