Los efectos de las posibilidades de emancipación, autonomía política y de empoderamiento ciudadano que ha facilitado el proceso de repolitización que vivimos desde Mayo de 2011, aún están por descubrir. Experimentamos la esperanza de que es posible una democracia real, de que hay alternativas y de que otro mundo ya es seguro. Lo demuestra así, una parte de la ciudadanía a cuyas prácticas debemos de prestar atención. Se trata de recuperar nuestra gobernanza.
El vaciamiento de la capacidad de influir en la toma de decisiones sobre la cosa pública y lo común se manifiesta de algún modo en la potencia de esta parte de la ciudadanía que cuestiona las formas de hacer de política tradicional. Además nos permite intuir, que en un momento de crisis democrática como la actual, es necesario aprovechar la riqueza de estas prácticas y atender a todo este proceso de innovación social, de producción de conocimiento y de nuevas realidades.
El mapa relacional que vemos más abajo dibuja algunas de las herramientas creadas para mejorar la calidad de nuestra convivencia en sociedad y la participación en democracia. Se trata de proyectos que provocan el ensanchamiento del espacio público, y que presentan una oportunidad para hacerlo más inclusivo y hospitalario. En áreas que abarcan desde cultura, ciencia, educación, sanidad, democracia, desobediencia civil, agua, personas mayores, ámbito laboral, medios de comunicación, justicia, vivienda, economía, ecología, anti-represión, etc, es decir, asuntos comunes, se han desarrollado pequeñas (y no tanto) estructuras organizativas que crecen y se distribuyen con el objetivo de dar respuesta a los problemas políticos, sociales, económicos, ante el inmovilismo de las instituciones tradicionales.
Son proyectos cuya estructura y organización en parte se improvisa. Se piensan sobre la marcha. Son una especie de prototipos: demuestran su eficacia en el aquí y ahora, y se mejoran a través del ensayo/error, son laboratorios abiertos que caminan sin mapa. Quienes participan de ellos los sienten como suyos en la medida en que participan y los ocupan. Lo hacen con máquinas, no sólo gracias a los cuerpos de las personas que participan en ellos a pie de calle, sino también a través de herramientas tecnologías cuyos usos son infinitos. Se trata, como apunta Antonio Lafuente, de “un enjambre heterogéneo y deslocalizado de experiencias que producen saber fuera de los límites y las fronteras de la academia, fuera del laboratorio. Hay mil experiencias, en mil lugares diferentes, altamente interesantes y que demuestran la emergencia de algo a lo que vale la pena darle valor”.
Tecnocidanos, amateurs y expertos
Detrás de estos proyectos encontramos a una ciudadanía crítica, que ya está transformando nuestro entorno. produciendo y compartiendo conocimiento para ello, nutriéndose del enjambre, de la inteligencia colectiva que genera. Y es que, ante una situación de descrédito institucional y de déficit democrático como la que vivimos hoy, es comprensible que haya muchas amenazas que mueven a la ciudadanía a convertirse en activistas. Mucha gente se ha puesto manos a la obra y, en palabras del propio Lafuente “en vez de lloriquear y tirar piedras a la policía, se levantan y hacen cosas. Se produce el proceso de lo que denomino autoridad expandida. La ciencia y la tecnología han empoderado a las personas las ha convertido en tecnociudadanos”. Lafuente se refiere a gente común, de todo tipo: expertos, académicos pero, sobre todo, gente que no se ve así misma como virtuosa pero que sienten pasión por lo que hacen. Personas cuyos saberes, quizás, son menos profundos que los de los científicos o los expertos, que no les interesa grandes conceptos, quieren hacer cosas y obtener resultados, y trabajan con las manos: Todas se mezclan, mutan y confluyen. Quizás de una manera informal, fragmentada, espontánea, relacionándose de igual a igual. Además, se cuidan, esperando que la gratitud circule en torno a la comunidad. Se juntan y los resultados del trabajo en común no tienen dueño, son para el disfrute de todas, son de todos y de nadie al mismo tiempo, son de quienes lo ocupan y se ocupan de ello, es decir, forman parte del procomún.
La generación y puesta en práctica de este conocimiento, forjado a través de los saberes de cada una de las personas que participa de este clima, nos anima a pensar que sin incorporar esta inteligencia colectiva, este “saber profano”, no se encontrarán soluciones sostenibles para los problemas que afrontan las instituciones democráticas. Por ello, las instituciones en general y los partidos políticos en particular deberían abrirse e incorporar toda esta sabiduría pública, libre, y apostar por un proceso de apertura a nuevos actores, nuevas tecnologías, nuevos soportes para una política que reclama lo humano, lo colaborativo y lo abierto.
Habrá convergencias y divergencias, cooperación y conflicto. Nadie dijo que fuera fácil pero sí importante atreverse a emprender una hoja de ruta que favorezca un cambio de lógicas, una formas de desaprender a través de nuevas prácticas que surgen de abajo, de lo que sobra, de lo que está fuera de lugar. Quizás asimilar estos procesos ciudadanos ya no puede ser algo complementario sino necesario, importante. Parece incluso urgente que los partidos políticos se conviertan ya en laboratorios sin muro, que favorezcan la creación de entornos que abran sus fronteras, el acceso a información y al desarrollo tecnológico y aprendan así a convivir en este ecosistema, generando, a su vez, una nueva cultura que permita la regeneración de estos instrumentos de participación en democracia al servicio de la ciudadanía. En definitiva, deben dejarse atravesar por prácticas democratizadoras para abrir un camino que estreche las relaciones entre ciudadanía e instituciones en la búsqueda de soluciones que mejoren la convivencia en sociedad. Eso sí, en una dirección en la que andamos a ciegas.
Sofía de Roa
Periodista e investigadora en la Asociación Calidad y Cultura Democráticas
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Fuente Foto(ampliar foto): autoconsulta.org
- S. Kuznetsov & Ec Paulos,”Rise ofthe Expert Amateur: DIY Projects, Communities, and Cultures”, Proceedings: NordiCHI 2010, October, 16–20, 2010
- Tecnociudadanía y procomún: http://cccd.es/wp/asiganturas/tecnociudadanias-y-procomun/
Vídeos recomendados
- A. Lafuente y A. Corsín Jiménez, “Comunidades de afectados, procomún y don expandido”, Fractal (México), 57: 17-42, 2010
- A. Lafuente y A. Alonso, “Taller de prototipado: la hospitalidad como cultura y como tecnología”
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Entrevista a A. Lafuente: “Los hackers son los científicos de la nueva ilustración” http://blogs.20minutos.es/codigo-abierto/2012/01/23/el-estado-nacion-es-torpe-burocratico-y-homogenizador/
Blog Tecnocidanos http://www.madrimasd.org/blogs/tecnocidanos/?p=96728
Entrevista a A.Lafuente: http://www.madrimasd.org/blogs/tecnocidanos/?p=96728